lunes, 23 de noviembre de 2015

Tener o no la razón

            
            Se puede tener la razón a veces, pero no siempre. Uno de los principales problemas de hoy es la necesidad egocéntrica de tener la razón. Las discusiones no se dan para un saludable intercambio de ideas, de modo que los interlocutores aprendan o entiendan la realidad desde una perspectiva mucho más humilde. Nadie escucha a nadie preparando su réplica. Así no hay modo de crear soluciones ni de ser felices, que al fin de cuentas, es lo que realmente importa.
            La realidad es diversa y compleja y tan variada como puntos de vista hay. Por eso, en parte, todos tenemos razón y en parte, no. La percepción de la «realidad» está sujeta a las experiencias de cada individuo, que son solo suyas, por lo que la realidad es producto de la interpretación de los hechos y circunstancias que rodean la existencia de cada quien. No hay pues, «una verdad».

            Creer que uno «tiene la razón» es un acto indecentemente soberbio. Las discusiones serían más útiles si en lugar de oír para refutar, escucháramos con humildad para aprender y comprender. En lugar de «defender» nuestro punto de vista limitado, lo expandiríamos cada vez más. Y ésa es la idea central de estas enseñanzas: crecer, aprender más y desde luego intentar, en la medida de lo posible, crearnos una idea más amplia de la realidad a través de otros puntos de vista que por infinidad de razones, no tenemos.  

miércoles, 5 de septiembre de 2012

La guía emocional


Todo lo que hay, antes fue un pensamiento. Una chispa de la voluntad para crear (o co-crear). Por eso, no desprecies el poder del pensamiento, que de él procede todo cuanto existe en el universo.
Podrás pensar no obstante, que así como piensas cosas positivas, también te asaltan pensamientos negativos. Y si bien todos crean la realidad de cada uno, no olvides que puedes pensar como tú lo deseas y que lo verdaderamente importante es que sólo permitas que las ideas positivas, que te acercan a ti mismo y a lo que deseas, se transformen en creencias.
Por eso, no te asustes si de súbito, una idea te inquieta y te genera emociones negativas, porque esas emociones son precisamente la guía para que te centres de nuevo en lo que sí deseas y no en lo que rechazas. ¡Usa esas emociones! No permitas que, ignorando tus alarmas, una idea negativa se te arraigue como una creencia.
No puedes evitar que te vengan pensamientos negativos. A todos nos ocurre, pero, usando de tu guía emocional, puedes reorientar tus pensamientos deliberadamente, para evitar que éstos se traduzcan en creencias, que son las que crean la realidad.
Los pensamientos crean realidades, por supuesto. Pero sólo si se traducen en acciones. Y para que esto ocurra, hay que permitir que se arraiguen lo suficiente hasta transformarse en una creencia. Si tus acciones, hijas de tus creencias, se encuentran dominadas por creencias negativas, obtendrás resultados indeseables. Usa pues, tus emociones, que de ese modo, sabrás siempre si estás cerca o lejos de lo que realmente deseas. Mientras mejor te sientas, más cercano estás de lo que realmente buscas y más importante, de quien realmente eres.  
Los pensamientos deben cobrar fuerza y arraigarse para que dominen nuestras acciones, por eso, no temas si de súbito te asalta un pensamiento negativo, pero no permitas que se arraigue y se transforme en una creencia. Son éstas las que definen nuestro comportamiento y, por ello, a través de las acciones, definen también nuestra realidad.    

viernes, 27 de julio de 2012

La magia detrás del pensamiento deliberado


Magia es una forma hermosa de llamar a esa capacidad innata para co-crear la realidad que deseamos. Pero, realmente, no hay magia detrás. Hay sí, una sabiduría trascendente, que se extiende más allá de nuestra experiencia vital y que, como un instinto, subyace en cada uno de nosotros, sólo que la hemos olvidado, convencidos de que esta realidad cotidiana es la única y que se nos manifiesta solamente por medio de los sentidos (olfato, gusto, oído, tacto y vista). Pero no es así. No realmente.
Recuerda por un momento las veces que has pensado en algo tonto que deseas, como un platillo en particular o encontrar un puesto fácil y rápidamente para estacionar el auto, y de repente, descubres que se ha cumplido ese deseo... aunque en la práctica pareciese muy difícil. Te digo pues, esa es la magia del pensamiento deliberado, y además te recuerdo, para el universo no hay diferencia alguna entre esos pequeños deseos y un millón de dólares. Tanto uno como otro tú puedes crearlos.
Parece mágico, sí, pero no lo es verdaderamente. Se trata de enfocar la atención en lo que deseamos, lo que realmente deseamos y no en esas otras cosas que no queremos. Tú quizás no deseabas complicarte la vida con la incomodidad de estacionar el auto, pero puede que no hayas prestado mayor atención a esa incomodidad y por ello, tu deseo, ése de encontrar puesto rápidamente, se cumplió. Si por el contrario, hubieses ido todo el trayecto amargado porque no ibas a encontrar puesto, te aseguro que no lo encontrabas.

Nuestra esencia verdadera - ésa inmaterial e intangible que trasciende este cuerpo finito - nos hace pedir siempre y constantemente, y el universo siempre responde a cada una de esas peticiones... ¡siempre! Sin embargo, el universo no atiende palabras, ni siquiera le importan. El universo sólo entiende vibraciones y sólo a esas vibraciones responde. Por eso, a veces, a nuestras vidas llegan circunstancias indeseables.
Y como en el ejemplo del puesto de estacionamiento, llegan situaciones indeseadas no porque éstas ocurran al azar, que de hecho no existe, sino porque las atraemos con la atención que les prestamos... ésa es la esencia de la Ley de la Atracción. 

Bienvenido a la magia del pensamiento deliberado


Somos físicos y no-físicos, procedemos de un ámbito no circunscrito, intangible, una realidad que se manifiesta vibratoriamente, ajena a los sentidos que nos revelan esto que llamamos realidad. Y de esa dimensión también proceden las cosas, ésas que con nuestros deseos co-creamos.

Yo, como muchos más, aceptaba esta realidad mundana como algo ajeno a mi voluntad. Ignoraba mi capacidad para crear la realidad como yo la deseo. Además desconocía - o quizás había olvidado -, que quisiera o no, siempre estoy creando mi experiencia vital en esta realidad, aunque el resultado no me guste. Y por ello caí profundo, luego de una sucesión de rupturas con la forma como estaba viviendo hasta entonces. Y antes de comprender esto que deseo compartir, me sentí hondamente deprimido. Sin embargo, aprendí que no importa qué tan mal estemos, siempre podemos crear todo cuanto queramos y, consecuentemente, mejorar tanto como deseemos.
Al igual que tú, que lees estas líneas porque alguna fuerza te ha invitado a hacerlo (probablemente ese ser intangible que nunca has dejado de ser), encontré respuestas que me han ayudado a comprender que soy co-creador del universo y que soy capaz de generar la vida que realmente quiero a través de mis deseos, sin importar que tan apartado esté de esa fuente creadora de abundancia que somos nosotros en comunión con el Creador, porque ese vínculo nunca se extingue. Se trata de reencontrarse y estar en armonía con esa fuente por cuanto de eso modo, se expande el universo y me expando yo también. Seguramente ya habrás escuchado hablar sobre la Ley de la Atracción... pues, de eso versa toda esta magia maravillosa que nos ayuda a co-crear la realidad que en verdad queremos.

La infinidad del ser pivota en esa capacidad inextinguible de pedir, en la inevitable respuesta del universo a cada una de nuestras peticiones y en la sabiduría para recibir esos dones. Me encontré pues, como quiero que te encuentres tú también, con la magia del pensamiento deliberado.

Haberme encontrado con esta sabiduría me ha ayudado a buscar las cosas que deseo, enfocando mi atención en aquellas cosas que realmente quiero y obviando aquéllas otras que no. Deseo ofrecer estos conocimientos, para que sean conscientes de su capacidad ilimitada para co-crear esa realidad abundante que tanto anhelan.

Te invito a seguir estas palabras, que no son mías, sino el recuerdo de una sabiduría ancestral que subyace en cada uno de nosotros y que habíamos olvidado, para que tú también seas partícipe de la creación de tu realidad.